El Camino Inglés de Santiago desde la Coruña, no sólo existió para la historia, sino que además resulta que fue una de las primeras vías rápidas de peregrinación a Compostela.
La entrada al Camino Inglés por la ría de la Coruña
Yo diría más, el camino Inglés es el que guarda más semejanzas entre su pasado y su presente de todas las rutas jacobeas actuales.
Me refiero al modo de peregrinación de aquellos antiguos viajeros, en comparación con la manera de viajar del peregrino contemporáneo.
Pero aún hay más; el Inglés posee las respuestas de algunos de los interrogantes sobre la esencia del Camino de Santiago, en tiempos donde el ruido corrompe su música.
Piensa en el siglo XII, ¿te lo imaginas? Poco la verdad. Eso debe andar cerquita de la llamada Baja Edad Media, tiempos pasados donde España estaba enfrentada entre reinos musulmanes y cristianos.
Relieve del apóstol Santiago en su versión de guerrero de la cristiandad
Bueno, a decir verdad, entre ellos mismos también se pegaban, tradición que como ves hoy en día tampoco se ha perdido. Al enemigo siempre hay que tenerlo uno muy cerca.
Tiempos difíciles para caminar por la Península Ibérica. ¿Y si me salto un buen puñado de etapas y arribo a algún puerto de mar situado al norte de aquellas Españas?
Eso debieron pensar aquellos devotos anglosajones, pero no sólo ellos, también los francos, flamencos, normandos y demás pueblos cristianizados del norte de Europa. Allí donde la romanización apenas cuajó, el Jesús de Nazaret sedujo y conquistó muchas almas bárbaras.
Encontrada la solución marítima, se dispusieron a navegar hacia los puertos de La Coruña sobre todo, pero también de Ferrol, Ribadeo, Santander, Gijón o Bilbao entre otros.
Actual puerto de Gijón, al fondo su futuro albergue de peregrinos
De todas las nacionalidades que hasta allí viajaron prevaleció el nombre de una parte en lugar del todo: los ingleses de la pérfida Albión.
No sé si la razón fue que aquellos ingleses ya se significaban sobre el resto, como hoy en día sus descendientes en los veranos de Benidorm, o simplemente por simplificar la cosa, se decidió tildar de inglés a todo viajero que desembarcara en los puertos citados proveniente del norte de Europa.
Sea una o la otra, el caso es que inglés se llamó al peregrino marinero, y a su ruta, el Camino de Santiago Inglés.
El itinerario por mar pudo haber sido el camino más antiguo hacia Galicia, seguido por miles de peregrinos procedentes del norte de Europa.
Los viajes de monjes celtas y anglosajones hacia el continente en busca de las preciadas reliquias fueron numerosos a comienzos del siglo VI, antes incluso del descubrimiento de la tumba del apóstol.
Menhires sobre la entrada a la ría de la Coruña
La ruta marítima fue la principal vía de peregrinación para ingleses e irlandeses, conocida gracias a los itinerarios que los vikingos trazaron por las aguas circundantes al continente europeo, allá por el siglo IX.
Incluso la Francia carolingia bien pudiera saber también del descubrimiento de los restos del apóstol Santiago, y seguido los pasos de sus vecinos al otro lado del Canal de la Mancha.
Desde luego el mar nunca fue ninguna barrera natural para llegar hasta el mismísimo fin de las tierras conocidas, “Finis Terrae”, tal y como era llamada por italianos y francos.
El “Finis Terrae” francés en Bretaña, punto de inicio del Camino a 1958 kilómetros de Compostela
Este eslogan que podría sonar a anuncio televisivo de línea aérea low-cost del siglo XXI, realmente pertenecía al Camino Inglés del siglo XII.
Cuatro días duraba la travesía en barco desde las islas británicas, hasta el puerto natural de La Coruña allá por el siglo XIV.
Puerto de salida de peregrinos cerca del Canal de la Mancha
Las mejoras en las técnicas de navegación y la propagación de las vías comerciales entre España y la Gran Bretaña, propiciaron este salto en el tiempo.
Además si los vientos eran favorables y la navegación tranquila, un peregrino venido del Támesis podría completar su peregrinación a Compostela en menos de dos semanas. Sin duda todo un récord para aquellos tiempos.
Andar desde la Gran Bretaña hasta Compostela por el reino de los Francos y el norte de España, era una aventura tan peligrosa como interminable, con meses y meses de traslados entre puntos de avituallamiento del Camino.
No sólo la cuestión se reducía a llegar sano y salvo a Santiago, lo cual ya de por sí no era nada fácil, sino que además tenías que volver sobre tus propios pasos para volver a casita. Algo absolutamente inimaginable hoy en día.
Los peregrinos antes de partir caminando hacia Santiago, se despedían de sus seres queridos y dejaban cerrado su propio testamento.
Cruceiro ante la Iglesia de Santa María del Campo de La Coruña
Eran plenamente conscientes de que la muerte era una posibilidad nada desdeñable por aquellos paisajes.
La vía marítima fue una posibilidad no sólo más rápida, sino también más segura respecto a la ruta terrestre. Bueno, toda la seguridad que te podría dar un navío de época movido a vela y a merced de los caprichos del tiempo.
Estaban mucho menos tiempo expuestos a los avatares del Camino, y a la vez el último tramo de 75 km por tierra desde La Coruña a Santiago, posiblemente fuera de los mejores custodiados por la cuenta que le traía al cabildo de la catedral.
Parece obvio pensar que los pasajes de barco para peregrinar a Santiago, no estuvieran al alcance de cualquiera en aquellos tiempos de pobreza y grandes desigualdades.
Si bien siempre tenías la posibilidad de hacer negocio con el trueque de paños ingleses por vinos españoles, y ganar unas monedas que sufragaran los gastos de la travesía.
Mercado medieval coruñés al pie de los muros de la Iglesia de Santiago
Aunque sin duda, la brevedad del traslado hacía que se viajara más ligero y a la vez más barato sobre el cómputo general de una peregrinación a pie.
Ahora es seguro, barato y rápido viajar por cualquiera de las rutas jacobeas del mundo, justo lo que ya se hacía sobre el Camino Inglés en la Edad Media, salvando las distancias obviamente.
Escultura de Santiago peregrino sobre el Camino Inglés
De hecho ese concepto de viaje combinado para el Camino de Santiago, pudo haber surgido sobre los muelles del estuario del Támesis en algún momento.
Pagabas tu billete, e intuyo que tendrías derecho a transporte hasta pie de Camino, traslado de “mochila” y la bendición del apóstol. ¿Os suena de algo?
Estas “comodidades” se han trasladado a nuestro siglo XXI y extendido a todas las rutas jacobeas, emulando a aquellos primeros peregrinos “ingleses” que iniciaban su viaje con mayores garantías y confort.
¿Sabéis qué era lo primero que veían los marineros ingleses al avistar la ría de la Coruña?
Un faro romano. Hoy es conocido como la Torre de Hércules y está situado sobre una colina de la península que forma la ciudad vieja.
La Torre de Hércules, el faro más antiguo del mundo en funcionamiento
55 metros de piedra se alzan sobre el suelo para dar la bienvenida a los peregrinos del norte de Europa. Se trata del único faro romano del mundo en activo.
A 75 kilómetros de distancia caminando se sitúa el otro “faro”, guía de peregrinos que llegan a pie: la torre de la Berenguela de la Catedral de Santiago, también conocida como la de la Trinidad o el Reloj.
Torre de la Berenguela de la Catedral de Santiago de Compostela
Esta alternativa está menos masificada, en cambio se encuentra perfectamente señalizada y los recursos al peregrino, sin ser abundantes, son más que correctos.
Aunque algunos peregrinos suelen dividir los 75 kilómetros que separan Coruña de Compostela en 3 tramos, yo me decanto por un trazado más asequible en 4 cómodas jornadas. A fin de cuentas el Camino es para disfrutar de los detalles.
Señalización mediante mojones en el casco antiguo de La Coruña
Placa conmemorativa del Camino Inglés en el casco antiguo de La Coruña
El Camino Inglés tiene una alternativa que parte desde la ciudad del Ferrol. Son 120 kilómetros que conectan con la vía coruñesa en Hospital de Bruma.
Lógicamente es la alternativa más transitada de las dos, ya que se trata de los 100 últimos kilómetros que te da derecho a la Compostela.
Ferrol-Pontedeume: 27 kilómetros.
Pontedeume-Betanzos: 20 kilómetros.
Betanzos: Hospital de Bruma: 24 kilómetros.
El Camino Inglés a su paso por la población de Betanzos
¿Merece la pena hacer al Camino Inglés?
Mi opinión es que sí. Tiene historia, patrimonio y naturaleza suficientes para convencer al más crítico.
Se trata además de un Camino todavía poco transitado; un atractivo extra para aquellos peregrinos que aún buscan ese destello de autenticidad.
¿Te atreves a subirte a la Torre de Hércules e intentar localizar la Berenguela de Santiago? Si no puedes por la bruma, o sencillamente por la geografía, siempre puedes bajarte e ir a buscarla andando hasta la catedral de Santiago.
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